sábado, 17 de marzo de 2012


OTRO ABRAZO

De vez en cuando
me ataca
este sueño
de una tarde eterna
y una orilla
en diciembre.
Creo ver
algunos
sentados
en la arena
hablando fumando
y la flor de la noche
abriéndose
más alta que el sol.
Como los gatos
que cantan
en los techos
y los que patinan en mi alma
este sueño
me ataca
como otra
belleza más
otro abrazo
demasiado estrecho
y tan amplio.
Como los gatos
que cantan en los techos
veo la luna
y algunos
sentados
hablando.



Una de las pocas
cosas que
valen la pena hacer
es escribir
en silencio.
Dejar que un estruendo
salga
en violencia muda
a marchar
por la
mañana tiesa.
Hacerse
un mundo
que no oiga
que no diga
sino
silencio

Y pausa. Dejar

que el estruendo
pase
y que las bisagras
giren
en terrible
silencio. En un giro que
es casi pausa:
Tan lento tan silencio.

Y que el portón se cierre,

que quedes dentro

Aquellos
que
se han ido
quedaron.
Están
en estatuas
que se hunden
en la
tierra
mojada
de los sueños. Permanecen
como transparencias
de humo,
estatuas
que se hunden
y se inclinan
en una
quietud
que es caída.
Aquellos
que se han ido
están por siempre
aquí

como
helechos
y hongos feroces
parpadeando
en la noche
en
la humedad
de las noches.
En la estatua
de la noche.


Es como si se hubiera quedado así
así
al borde de un salto

los muslos el pecho
ya en el salto

el resto así
así
al borde de un salto.

Gota
a gota,
la noche
llena el mar
de la
noche.